Mi mayor pecado, no dejar ninguno.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Los otoños dejaron de ser melancólicos cuando se te ocurrió la gran idea estar a mi lado. Dejé de ver árboles llorando, dejé de pensar que la única utilidad del otoño era echar de menos, de hacer recuento de todas las cosas que habías perdido, las hojas secas ya no sonaban a soledad, y las películas ya no me hacían llorar. Los otoños pasaron a ser mañanas interminables con tu calor, tardes los dos juntos, diluvios en la calle a carcajadas, noches enteras colgada al teléfono, nuestros juegos de niños y miles de películas sin ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario